Muchas familias se preguntan si lo que están viviendo es “suficiente” como para buscar ayuda profesional. La verdad es que no hace falta tocar fondo para acudir a terapia. Si sientes que los conflictos se repiten, que la comunicación en casa se ha vuelto difícil o que el ambiente familiar es tenso y agotador, es un buen momento para pedir ayuda.
A veces, basta con pequeñas orientaciones para generar grandes cambios.
Totalmente normal. A lo largo de la crianza de nuestros peques, es muy común que surjan diferencias entre los progenitores o cuidadores. Cada uno tiene su propia historia, valores y formas de entender la educación, y eso se refleja en el día a día. Pero cuando esas diferencias se convierten en un conflicto constante, pueden desgastar la relación y generar confusión en los niños.
Desde la consulta, os acompaño a encontrar un estilo de crianza común, adaptado a las necesidades de vuestros hijos y de vuestra familia, que reduzca los enfrentamientos y os devuelva la tranquilidad.
La adolescencia es una etapa de grandes cambios, y es natural que las necesidades de los hijos choquen con las de los adultos. Esto puede dar lugar a desacuerdos frecuentes, tensiones y malentendidos.
En estos casos, la terapia familiar puede ser un espacio seguro para todos los miembros, donde trabajar juntos hacia una mejor comunicación, comprensión mutua y normas claras que favorezcan la convivencia diaria.
La terapia familiar es un proceso donde todos los miembros implicados tienen voz y espacio para expresarse. No se trata de buscar culpables, sino de entender qué está pasando y cómo cada uno puede aportar para mejorar la situación.
En las sesiones trabajaremos sobre los temas que os preocupan: dinámicas familiares, comunicación, normas, límites, emociones… Siempre desde el respeto, la empatía y con herramientas prácticas que podréis aplicar en casa desde el primer día.
Sí, claro. Aunque la terapia familiar suele implicar a varios miembros, muchas veces basta con que una persona inicie el cambio para que la dinámica familiar comience a transformarse. Si tu pareja o tus hijos no están preparados para acudir, podemos comenzar contigo, orientándote en cómo abordar lo que está ocurriendo y ofreciendo estrategias que puedas ir aplicando.